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. . . CORRECCIÓN
De estilo
Ortotipográfica
Dentro del proceso de producción, la corrección es una
de las tareas más importantes y complejas porque trabaja sobre alma del
libro, en una especie de microcirugía. El corrector es un erudito en sus
áreas, que son la lingüística y la edición, pero es, además y sobre
todo, un gran investigador. Al margen de estar seguro de que ha dejado
un texto coherente, toda la información será para él susceptible de ser
verificada.
La corrección es para Servicios Editoriales el elemento que da razón de
ser y equilibra al contenido y al continente.
Hay dos niveles de corrección:
ortotipográfica (pruebas) y de estilo (o de originales). La segunda se puede
dividir a su vez en lingüística y literaria. Aun aquel
erudito escritor, que por lo regular deja sus textos en manos de
las editoriales más reconocidas, tiene la virtud de la humildad y la
inteligencia para apreciar el trabajo de los correctores, con quienes
generalmente termina trabajando con la seguridad de que su obra, lejos de
correr el peligro de ser tergiversada, temor muy propio del autor
inexperto y, además, soberbio, será objeto de un trabajo concienzudo que
la hará brillar todavía más.
Es común que el corrector de originales y
el ortotipográfico estén
capacitados para hacer ambos tipos de lectura, y de hecho muchas veces lo hacen; sin
embargo, en una lectura de originales deberá primar la atención en el
contenido, mientras que la ortotipográfica se centrará en la forma y,
por supuesto, eliminará todo tipo de errores que se le hayan pasado al corrector
anterior.
Un libro cuya manufactura responde a los cánones de la tradición
editorial, llevará por lo menos tres lecturas (de originales y dos de
pruebas) y sus respectivas
confrontaciones, así como la "peinada" final (revisión general
antes de imprimir), todas las cuales deben ser realizadas por diferentes correctores
para evitar el círculo vicioso que se produce cuando se lee el mismo
texto varias veces. Esto es precisamente el problema que aqueja a los
autores cuando corrigen y corrigen su propio texto para estar en
condiciones de presentarlo para su publicación.
Un error
común es pedir a un amigo o pariente que "nos lea". Es posible
que detecte ciertos errores, pero el corrector cuenta con conocimientos
especializados (gramática, semántica, literatura, ortografía,
tipografía, etc.), así como
con una amplia cultura, que le permiten encontrar
fallas conceptuales, estructurales y discursivas muchas veces obviadas por
los autores, ya sea por falta de conocimiento o por cuestiones de
atención.
Corrección de
estilo
Lectura especializada del texto para detectar errores de
estructura profunda, coherencia, gramática (sintaxis, concordancias,
manejo de verbos, etc.) e información errónea en general (nombres mal
escritos, datos incorrectos o inexactos...). También quedarán corregidos
los párrafos oscuros, las palabras o expresiones ociosas, repetidas o
imprecisas, los lugares comunes, etc. Se cuidará asimismo la uniformidad
en general, la puntuación, la ortografía, y toda la suerte de referencias
bibliográficas, entre otras cosas.
Corrección ortotipográfica
Según el diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua, ortotipografía es:
1. f. Ling. Conjunto de usos y convenciones particulares por las
que se rige en cada lengua la escritura mediante signos tipográficos.
En su papel
de corrector ortotipográfico, el profesional pondrá al
servicio del libro, al margen de sus conocimientos lingüísticos y de
edición, un ojo experto que a "vuelo de pájaro" detecta
igual una errata, una comilla faltante, un
pie de página mal ubicado o un grave error de contenido de los que suele
ocultar el "duende de la imprenta". Estará, además, atento a
la aplicación de las normas internacionales de edición, así como de los
criterios editoriales (dependiendo de quien contrate el servicio); a la
correcta uniformación y jerarquización de títulos y subtítulos, párrafos,
comillas, guiones de diálogo, nombres, abreviaturas, cuerpo referencial, aparato crítico, uso de mayúsculas
y minúsculas, etc., a la correcta aplicación de los signos
ortográficos y de errores
comunes de sintaxis, puntuación, etc. La revisión
de las referencias bibliográficas y pies de página también forma parte
de su quehacer.
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¿Hay
correcciones de diversos grados? ¿Es mejor la revisión superficial que
"respeta" los vicios y fallas de los autores que la que se tira
a fondo con forma y fondo?
La
respuesta a estas y otras preguntas semejantes constituye parte
fundamental de la política editorial y del estilo, de la forma de
trabajar de un corrector. Es posible que un editor prefiera evitarse malos
ratos con autores quisquillosos, acaso sin darse cuenta de que, en este
oficio, el dejar hacer y dejar pasar trae consigo el desprestigio del
sello editorial. Más vale afrontar las inmodestias y enojos de un autor,
y hasta rechazar un manuscrito si no se acepta eliminar al menos los
errores más gruesos de sintaxis, las faltas de ortografía y de
estructura, que resignarse a publicar un libro en condiciones lastimosas.
Hay que llegar, por la forma, al fondo.
(Roberto
Zavala Ruiz, El libro y sus orillas, México, UNAM, 1991).
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